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La cocina maltesa

Como todos otros países del Mediterráneo, Malta posee muchísimo pescado fresco, sabrosas verduras y hortalizas, frutas deliciosas y gran abundancia de limones, aceitunas, ajo, alcaparras, menta y albahaca, así como tantos otros productos madurados por el sol del Mediterráneo, que les permiten a los malteses preparar los platos más apetitosos basados en la tradición o inventados por la fantasía.

La cocina Maltesa se puede subdividir principalmente en dos categorías: la primera hunde sus raíces en la historia de la isla, y probablemente cambió muy poco a lo largo de los siglos. Es la cocina a la que pertenecen las espesas sopas de verdura, los estofados, el pan cocido al horno (ftira), los quesos de cabra y las patatas.

A la otra categoría pertenecen los platos más típicos de los habitantes de las ciudades, principalmente de la clase media, en los cuales se pueden identificar las influencias de otros países del mediterráneo: la timpana, o sea el timbal ftira-pizza-tradicional-maltesa-750x500siciliano, los pimientos y las berenjenas rellenas procedentes del Levante, sin olvidarse de helwa e imqaret, dos dulces muy populares probablemente de origen árabe.

Si la mesa maltesa tiene de veras algo de que enorgullecerse, eso es el pan. El auténtico hobza maltés es crocante por fuera y de miga ligera bien aireada en el interior.

A parte el modo tradicional de comerlo, en bocadillos o acompañando distintos alimentos, el pan maltés se aprecia mejor como Hobz Biz-zejt, literalmente «pan y aceite de oliva».

EL VINO MALTÉS

Comúnmente se cree que el vino fue introducido en Malta por los primeros colonos fenicios. Hecha excepción para el periodo «árabe», la viticultura maltesa fue siempre floreciente hasta la llegada de los ingleses. Hacía finales del siglo XIX se emprendió un programa de recuperación de la viticultura y la producción vitivinícola volvió a florecer. Durante la década de los años noventa se plantaron muchísimos viñedos y se introdujeron nuevas variedades, que se aclimataron perfectamente.

Hoy grandes extensiones de tierra se cultivan con cepas internacionales como «Chardonnay», «Merlot» y «Cabernet Sauvignon». Como la mayor parte de los países mediterráneos, Malta posee un clima y suelo ideales para cultivar excelentes uvas. La mayoría de los viñadores tradicionales cultiva todavía las variedades locales, «Ghirgentina» y «Gellewza», en tierra o al abrigo de las ruinas.

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